top of page

Microcuento: Fragmentos

  • Foto del escritor: Clem!
    Clem!
  • 11 dic 2018
  • 2 Min. de lectura

Era uno de esos días en los que el cuerpo se le invadía con ganas de querer hacer lo que más amaba. Un día en el que el alma se descompone hasta la última partícula, y luego se arma, de un golpe, sin dejar nada a la imaginación y dejando una estela de sentimientos neutros. Tumbada en la cama, con el techo por cielo, divagaba entre un sueño y otro, una aventura más arriesgada que la anterior; y soltaba risitas de picardía, haciendo de la noche su cómplice en aquellas travesías.


El hombre en la calle, el perro que ladra, el niño que sonríe, la locura que ataca. Stela rasgaba recuerdos de su día, haciéndolos parecer lejanos, de otra vida y de otro dueño.

El olor a café empezó a recorrer el pasillo y recordó que la cafetera estaba encendida. Se levantó con la vista en blanco y tomó un cigarrillo de la mesa de noche. El hombre en la calle. El humo salió de la habitación y la mezcla de olores le pareció lo más extraño del mundo.


Sonrió y se sintió el cliché más ridículo del mundo. Entonces, recurrió a su chaqueta favorita para resguardar el cuerpo del frío y las emociones de la gente que no le conocía. El perro que ladra.


Al bar llegó a las 3am. Se sentó en la barra, pidió una cerveza y miró a su alrededor. Llamarse cliché a sí misma le quedó corto. Entonces, le miró.

La locura que ataca.


Iniciar conversaciones no era su fuerte, así que le dejó iniciar la charla. La música distorsionaba cada frase y las risas volvían los rostros de comedia, a la vez que le parecía más extraño este pequeño encuentro. El niño.

Los asientos eran de concreto y estaban fríos al contacto con la piel, la mesa era de aire caliente y las palabras iban y venían sin parar.


– ¡Y no me lo vas a creer!

“No te lo creo”, pensó Stela.


El niño que ríe se hizo el hombre en la calle, la locura le atacó y se volvió el perro que ladra.


Se despertó de un salto. El café se había secado en la cafetera y los cigarrillos estaban en el suelo intactos.

Tenía la chaqueta puesta y aun así sentía el frío en los huesos.

Comments


Post: Blog2_Post

©2019 by Escribe, Clem!. Proudly created with Wix.com

bottom of page